Volví en cuanto la situación nos lo permitió… he trabajado contra-reloj durante todo el verano para conseguir tener cada reportaje a tiempo… y no me puedo sentir más feliz de ver como al final, ningún niño ha perdido la ilusión.
¿Queréis conocer la historia?
A punto de empezar…
Nos las prometíamos muy felices aquella segunda semana de marzo de 2020… y el ostión que nos llevamos fue de campeonato. La situación para mí era inmejorable, con la agenda llena de sesiones de comunión y a punto de empezar la campaña. El run run de lo dañino del misterioso bichejo cada vez se hacía más presente. Y sí, como la mayoría de vosotros, no esperaba que fuera más allá de una epidemia controlada de gripe. Al fin y al cabo, si ha sorprendido a la humanidad completa, nosotros no íbamos a ser más listos. Avanzando la semana el nerviosismo que generaban las noticias confusas que iban llegando sobre algo llamado Covid-19 iba en aumento. Así que decidí posponer las primeras sesiones con idea de retomarlas en unos días, pero como ya sabéis no podía estar más equivocado.
Estado de alerta
Llegamos al viernes 13 y haciendo honor al título de la película de terror, se decreta el cierre de colegios… ahora si empezaba a tomar conciencia de la gravedad del asunto. Tanto es así que de manera inmediata decidí hacer un comunicado y aplazar todas las sesiones por el resto del mes hasta que se estabilizara el asunto, todavía pensando que sería algo pasajero. Pues nada más lejos de la realidad, horas más tarde con la declaración del estado alarma y confinamiento me di cuenta de que estábamos a punto de vivir una situación impensable.
El teléfono paso a ser el protagonista. Las llamadas se sucedían una detrás de la otra, con madres preocupadas por que pasaría con sus sesiones. La verdad, ya si era consciente de que no había fecha de vuelta y mis esfuerzos se centraban en tranquilizar a las mamás asegurándoles que la agenda se re-programaría en cuanto tuviéramos la oportunidad de empezar.

Confinados
Nunca había estado tanto tiempo sin hacer lo que más me gusta. La vida va tan rápido que pasan 25 años en esta profesión en un pis pas. Los primeros días seguí mi rutina normal y aproveché para ponerme al día con la edición de los últimos trabajos pendientes pero llegó el momento en que no había nada que hacer. Supongo que también os habrá pasado a vosotros, pero creo que entré en un estado de «hibernación alucinatoria» en el que teniendo la oportunidad de disponer de todo el tiempo del mundo, no eres capaz de aprovecharlo. Pasaron unos días escuchando las noticias pésimas en los medios, viendo alguna serie (gracias que no me dio por jalar), aplaudiendo a las 8, pero ni rastro de la inspiración para crear cosas nuevas.
Han sido muchos días de «condena» y tras el desasosiego del principio conseguí darle la vuelta a la situación. He estudiado más que nunca, he hecho deporte diariamente y he podido disfrutar de mis hijos (hasta emitimos un concierto en la terraza), ya dice el refrán que «no hay mal que por bien no venga». Cada día pasaba con la ilusión de reemprender la marcha, de divertirme con los niños jugando en sus sesiones de comunión pero todo seguía igual.

Resurgiendo con las fases
Cuando los datos empezaron a ser mas favorables y se decretaron las fases, algo me decía que estaba llegando el momento…. y el momento llegó. La primera llamada de una mamá con fecha de comunión para finales de mayo… otras en Junio, Julio, Agosto, Septiembre, ¡una locura!.
No os podéis imaginar lo que sentí empuñando de nuevo mis cámaras, era como si todo hubiera sido un mal sueño y hay estaba de nuevo tan creativo como siempre para dar lo mejor de mí.
No he parado de correr durante todo el verano. Las fechas de entrega quedaban muy próximas y no se podía fallar. Como resultado todos y cada uno de los niños y niñas han tenido sus álbumes de comunión preparados para su gran día. No merecían menos después de tantos meses esperando y había que devolverles la ilusión.
De vuelta con la misma ilusión

Pues aquí sigo, con sesiones de bebés y niños en el estudio, realizando las bodas que han arriesgado manteniendo la fecha, e intentando que todo sea lo más normal posible pero sin dejar de cuidaros manteniendo todas las medidas de seguridad.
Lo que hemos vivido y seguimos viviendo es una situación excepcional que nos marcará de por vida a todos y cada uno de nosotros. La alegría de ir recuperando con pequeños pasitos la normalidad mezclada con la tristeza de recordar a los que este maldito virus nos arrebató.


Un millón de gracias
Para terminar, quiero agradeceros de todo corazón a los que habéis conseguido que «no se hunda mi barco».
A todas las mamás que tenían reservada la comunión y que todas han mantenido su compromiso y confianza en mí… gracias.
Las parejas de novios que han mantenido 2020 como su año para casarse… gracias.
A todas las personas que me han confiado a sus pequeños para fotografiarlos en estos tiempos difíciles… gracias.
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